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Honra y provecho de la agricultura

Actualizado: 20 jun 2022


Este espacio en el blog se lo brindamos a diferentes artes que hacen alusión a los productos que queremos compartir. En esta ocasión les compartimos extractos del texto de Benito Jerónimo Feijioo titulado “Honra y provecho de la agricultura”. Dicho texto antiguo (s.XVII) tiene muchas consideraciones modernas sobre la agricultura y todo lo que conlleva. Entre muchas cosas, habla de la felicidad del pueblo como equivalencia a cómo se cuida la tierra; explica cómo un gobernante debe primero entender la tierra del lugar que gobierna para conservar la paz, la justicia y el orden social, como también sugiere la creación de sindicatos para proteger los intereses del trabajador. La principal razón por las que se los compartimos es que en Dos Cuerpos compartimos uno de los aspectos más importantes del texto, el enseñar, dice: “La razón, evidentemente, dicta que la aplicación a la enseñanza de las artes se debe medir por su necesidad; esto es, cuanto más necesaria fuere el arte, tanto más se debe cuidar que haya muchos maestros de ella, y buenos maestros.”




“¿Qué arte puede competir en antigüedad con la agricultura? Ninguna sin duda, pues es ésta tan antigua como el hombre. Luego que Dios crió a Adán, le colocó en el paraíso para que le cultivase y guardase: Ut operaretur et custodiret illum. Cultivar la tierra fue la primera ocupación y el primer oficio del hombre. A esta incontestable antigüedad añaden un grande lustre dos gloriosas circunstancias. La primera, que la agricultura fue la única entre las artes que tuvo su origen en el estado de la inocencia; todas las demás nacieron estando ya la tierra envilecida con la culpa. La segunda, que de todas las demás artes fueron autores los hombres; de la agricultura lo fue Dios. Consta del sagrado texto, pues Adán no por designio propio se dedicó a cultivar la tierra, sino por destino y orden del Altísimo: Tulit ergo Dominus Deus hominem, et posuit eum in Paradiso voluptatis, ut operaretur et custodiret illum.”


“Entre los mismos romanos hallamos otro insigne capítulo de honor de la agricultura; esto es, la denominación de varias familias ilustres tomada de los frutos del campo, que son el objeto de este arte, o de cosas relativas a ellos. Los Fabios tomaron su denominación de las habas; los Léntulos, de las lentejas; los Cicerones, de los garbanzos. Estas denominaciones eran relativas (dice Plinio) a este o aquel ascendiente, que había perfeccionado la agricultura en orden a tal o tal fruto. Del mismo modo los Pisones se denominaron del verbo piso, que significa limpiar el grano de la corteza, y los Pilumnos de la invención del pilum, que era un instrumento destinado a moler trigo.”


“Intimando a toda la nación la especial obligación que por este respeto tiene a estimar y promover la agricultura, que es gloria nuestra no deber a ningún forastero tan gran beneficio, sino a un príncipe de la propia nación: Itaque proprio invento gloriamur, non aliunde emendicato.”


“Los griegos erigieron deidad a Ceres porque enseñó la agricultura. A todos excedieron los egipcios, pues adoraron como deidad al Nilo, por deberle la fertilidad de sus campos. Plutarco, Heliodoro y otros muchos dicen que el dios egipciaco Osiris no es otro que el Nilo. El mismo Heliodoro testifica que no sólo veneraban los egipcios como deidad al Nilo, mas como la suprema de las deidades. Y en Ateneo, Parmenion Bizantino da al Nilo el nombre de Júpiter Egipciaco. Tanto honor daban a aquel río por ser su riego quien hacía en sus campos feliz la agricultura.”


“Coincide a lo mismo la adoración que daban los egipcios al buey como símbolo de Apis o Serapis (deidad indistinta del mismo Osiris), por ser el buey instrumento principalísimo de la agricultura.”